Astrolabio


El Blog en la era del Sí, pero...



El arte tenía que preparar o anunciar 
mundos futuros: hoy modela universos posibles 
(…) el universo no es más que un caos 
al que los hombres oponen el verbo y las formas.  
Nicolás Bourriaud




La nostalgia es un sentimiento frágil, pero poderoso. “Es el dolor de una vieja herida (…) Una puntada en el corazón que duele todavía más que los recuerdos por sí mismos”, dice Don Draper en un pasaje memorable de la serie Mad Men. Se trata de un dolor cuya esencia está ligada estrechamente al poético asunto del tiempo y sus caprichos, porque (lo sabe Draper mejor que muchos personajes de ficción) lo que nos lastima es no poder rebobinarnos al lugar donde fuimos felices.

Ese anhelo de retorno al hogar, a la estabilidad estable, da forma a uno de los tantos fenómenos que la posmodernidad ha desatado: la nostalgia esgrimida en oposición al vértigo de una vida despojada de certezas; el cuerpo que, como el Ángelus Novus de Benjamin, es arrastrado por el huracán progreso mientras heroicamente intenta aferrarse a la orilla que en la bruma se pierde. No es otra cosa que un comportamiento reaccionario a la licuación, en términos de Bauman, de las estructuras y axiomas sólidos sobre los cuales se asentaba la vida hasta no hace mucho. Una actitud de rechazo a la rutina totalitaria de usar y tirar que nos imponen el consumo y la sociedad de la información, que podemos definir, siguiendo los conceptos desarrollados por Eloy Fernández Porta en Homo Sampler, como una “renuncia romántica”, eco de la implosión de las Utopías que caracterizaron al siglo pasado.    

Puesta en esos términos, la nostalgia encuentra sustento en una sólida tradición del pensamiento humanista (Baudrillard, Lipovestky, Lyotard, Bauman constituyen, aunque en mayor y menor medida, algunos ejemplos) aquella que lamenta el culto a lo efímero, al goce instantáneo, y coloca la actividad creativa en un “remanso de paz privada” (Fernández Porta: 2008) necesariamente ajeno a la cronología dominante. Esta corriente, todavía en vigencia, supo afirmarse como una cultura de la resistencia al capitalismo de mercado, cuyo juego impasible de la oferta y la demanda transforma incluso las emociones en mercancías. No obstante, dicho afán de retorno a lo preposmoderno, simbolizado en el ensayo de Fernández Porta bajo la figura del DR. Manhattan, no solo no constituye la única forma de hacer frente a lógica materialista e instrumental del la cultura dominante. Además, al huir desde el presente hacia un pasado supuestamente redentor (un pasado de promesas rotas por los propios avances científicos y culturales de la modernidad y el fracaso/derrota de su mito más importante: la revolución), analiza e interpreta el mundo actual a partir de preconceptos que impiden comprenderlo en toda su profundidad. 

Presos de un universo repentinamente privado de ilusiones, donde la lucidez naufraga en la metáfora, y en el cual la ciencia, que supuestamente podía probarlo todo, no consigue trascender el marco que trazan sus hipótesis, otra actitud se opone a la nostalgia como proyecto alternativo al escaparate cultural contemporáneo. Esa actitud consiste en renunciar a la renuncia, o evasión, que supone el retorno a la solidez preposmoderna, aceptando la contradicción y la antinomia como condiciones insoslayables del mundo en que nos ha tocado nacer y haciéndoles frente pese a la primacía de la angustia y la impotencia.

Desde la ficción y el periodismo, tomando la crónica y el ensayo como vectores, Estilo Libre se propone navegar ese cielo sin horizonte apelando a las herramientas que actualmente dispone la literatura: el reciclado, el bricolaje, el sampleo (interacción de géneros, estilos y obras), el montaje y la relación interactiva con el lector, entre otros elementos, a fin de encontrar intersticios en la continuidad incesante del relato posmoderno (su simulación de un fin de la temporalidad) e intervenir en ellos con el único objetivo al que puede aspirar el usuario de las ciencias sociales: sumar complejidad a la confusión. Al fin y al cabo, parafraseando al Cortázar de “Continuidad de los parques”, no venimos a repetir las ceremonias de una pasión secreta; el puñal se entibia contra nuestro pecho, y debajo late toda la libertad agazapada.


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Bauman, Zygmunt (1999): Modernidad Líquida, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
Bourriaud, Nicolás (2006): Estética Relacional, Adriana Hidalgo, Buenos Aires
Camus, Albert (2010): El mito de Sísifo, Losada, Buenos Aires.
Cortázar, Julio (1964): Final del juego, Sudamericana, Buenos Aires.
Fernández Porta, Eloy (2008): Homo Sampler. Tiempo y consumo en la era Afterpop, Anagrama, Barcelona.



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